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CAPÍTULO XXVI



                                                                                   ÓPTICA FÍSICA







          XXVI – 1. Introducción histórica sobre la teoría ondulatoria de la
                    luz hasta J. C. Maxwell
             Como ya se dijo, fueron Grimaldi y Hooke los iniciadores de la «teoría on-
          dulatoria» de la luz, consolidada por Huygens, contemporáneo de Newton, en
          cierta manera detractor de esta teoría. ¿Ondas?, ¿partículas?, en cualquier
          caso se estaba de acuerdo en que la velocidad de propagación de la luz era fi-
          nita aunque excesivamente grande. Fue Olaf Römer (1644-1710) también
          contemporáneo de Newton, el primero que ideó un método de medida de la
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          velocidad de propagación de la luz, estudiando los eclipses de los satélites de
          Júpiter. Estando Júpiter más alejado del Sol que la Tierra, tiene un año solar
          extraordinariamente más largo que el terrestre; así, mientras la Tierra pasa de
          T a T¢(medio año) Júpiter se desplaza muy poco sobre su órbita. Cada 24 ho-
          ras aproximadamente, se observa desde la Tierra un ocultamiento (eclipse) de
          uno de los satélites de Júpiter tras este planeta. Es por lo tanto muy sencillo
          predecir la hora exacta en que se debe verificar el eclipse, cuando la Tierra  Fig. XXVI-1.– Método de Römer para la medida de la velo-
                                                                         cidad de propagación de la luz.
          está en T¢transcurrido medio año desde el instante en que estaba en T. La
          observación demuestra un retraso aproximado de 1 000 segundos, debido al
          mayor camino (de T a T¢) que la luz debe recorrer para llegar a la nueva posición de la Tierra.
          Siendo el eje mayor de la órbita terrestre unos 296 000 000 km, se obtiene para la velocidad de la
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          luz: c ; 296 ´10 /10 =3 ´10 km/s. Los cálculos que hemos hecho, no son exactamente los
          que realizó Römer, fueron menos precisos, llegando en sus deducciones a un valor para  c de
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          2,14 ´10 km/s.
             A pesar del peso de la opinión de Newton, el sabio matemático Leonhard Euler (1707-1789)
          publicó su «Teoría ondulatoria de la luz», y aunque no se le hizo mucho caso, volvió a proponer las
          teorías de Huygens; en este sentido, trabajó en la corrección de la dispersión de la luz (aberracio-
          nes cromáticas) en las lentes, apuntando la posibilidad de construcción de lentes con diferentes
          medios, que presentarían una dispersión anulada; esta sugerencia fue recogida por John Dolland
          (1706-1761), óptico londinense, que combinando el vidrio crown y el flint, logró construir una len-
          te acromática simple.
             Fue Thomas Young (1773-1829), científico inglés, el que hizo renacer la teoría ondulatoria,
          añadiendo a ella el llamado «principio de interferencia» y determinó los valores de la longitud de
          onda de diferentes colores. Agustín Jean Fresnell (1788-1827), sintetizó las teorías de Huygens con
          el principio de interferencia y fue con sus experiencias y trabajos teóricos el que llegó a explicar
          mediante la teoría ondulatoria todos los fenómenos que presentaba la luz. Dominique Arago
          (1786-1853) fue uno de los primeros en convencerse de la certeza de la teoría ondulatoria de Fres-
          nell, y a pesar de la crítica de hombres tan brillantes como Pierre Simon de Laplace (1749-1827) y
          Jean Baptiste Biot (1774-1826), colaboró con Fresnell; sus experimentos relacionados con la pola-
          rización de la luz, conjuntamente con Etienne Malus (1775-1812), descubrieron que la polariza-
          ción se hacía evidente en el fenómeno de la reflexión y, por tanto, no era ex-
          clusiva de la refracción en medios cristalinos. Estos trabajos fueron decisivos
          para establecer el carácter transversal de las ondas luminosas. Los descubri-
          mientos de Young, Fresnell, Arago y Malus, provocan, que hacia 1825, sólo
          quedaran unos pocos partidarios tenaces de la teoría corpuscular. El golpe de
          muerte a la teoría corpuscular, lo dieron los investigadores franceses Jean
          Foucault (1819-1868) y Armand Fizeau (1819-1896), que idearon métodos
          terrestres de medida de velocidad de la luz aplicables a diversos medios y de-
          mostraron experimentalmente, que la velocidad de la luz en el aire es mayor
          que en el agua. Pero no iba a transcurrir mucho tiempo para que la teoría
          corpuscular resucitase con un vigor insospechado.
             El método de Foucault (1862) es uno de los de más importancia y preci-
          sión de todos los empleados en medir la velocidad de la luz. En esencia, con-
          siste en lo siguiente: un rayo de luz, procedente de un foco luminoso P (Fig.
          XXVI-2), atraviesa una lámina semiplateada y encuentra a un espejo E que
          lo desvía hacia otro E¢; incide sobre éste normalmente y retornando en senti-  Fig. XXVI-2.– Método de Foucault para la medida de la ve-
          do contrario, pero en la misma dirección, vuelve a reflejarse en E y en la lá-  locidad de propagación de la luz.
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