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Relatividad
Fuente de luz Espejo semitransparente En 1887 el físico Albert A. Michelson diseñó un interferómetro, con el quí-
Lentes Espejos mico Edgard W. Morley, para determinar la velocidad de la tierra con respecto
al éter. Con su experimento debían mostrar inicialmente la diferencia en las
velocidades, vistas desde la Tierra, de dos rayos que se movían en direcciones
Lámina de vidrio diferentes. Ellos usaron dos rayos provenientes de la misma fuente (para ase-
Anteojo Espejo ajustable gurar la coherencia), y luego de desplazarse en direcciones perpendiculares,
se los hacía interferir.
La clave del experimento residía en que el patrón de interferencia debía cam-
biar si se rotaba el aparato con respecto a la dirección del movimiento de la
Tierra.
Figura 2. Interferómetro de Michelson El aparato original tenía muchos espejos para aumentar el camino recorrido
para medir la velocidad de la Tierra con por los rayos hasta unos 10 m, y así aumentar el efecto de interferencia. El dis-
respecto al éter.
positivo descansaba sobre una gran piedra que flotaba en mercurio (figura 2).
El interferómetro permitía medir distancias y velocidades con enorme pre-
cisión, debido a la utilización de haces de luz en interacción. El experimento
consistía en dividir, mediante un espejo semitransparente, un haz luminoso en
dos haces perpendiculares, que se reflejaban en dos espejos, E’ y E, para volver
a unirse, tal como se observa en la siguiente figura.
E
Primer rayo
E’
Fuente luminosa
Semitransparente
Franjas Anteojo
Ellos esperaban que una de las partes del rayo viajara en la dirección de la ve-
locidad absoluta de la Tierra y la otra perpendicular a ella, de tal forma que un
rayo invirtiera mayor tiempo que el otro y así se produjera una interferencia.
Sin embargo, estas interferencias jamás se registraron, por lo cual se empezó
a conjeturar sobre las propiedades mecánicas del éter, surgiendo así teorías
como la del arrastre del éter, debido al movimiento de la Tierra.
1.2 Postulados de la teoría
de la relatividad
La existencia del éter era importante para que el electromagnetismo fuera
coherente con la mecánica newtoniana y, con ello, con una visión de espacio
absoluto, dicha existencia resultaba poco relevante para una concepción del
espacio. Las posiciones espaciales se reconocen en virtud de la afectación de
nuestra retina, o en virtud de los aparatos ópticos de medida, o de otra clase,
siendo entonces el espacio una construcción mental y no algo dado, existente
en sí o a priori.
La influencia de Mach en los jóvenes físicos a comienzos del siglo XX desató
una nueva teoría que cambiaría profundamente las bases de la física: la teoría
de la relatividad propuesta por Albert Einstein.
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