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La mecánica celeste
Para los griegos, el cielo (por ser el lugar donde habitan los dioses) era perfecto e in-
¿Qué evidencia tienes en
EJERCICIO contra de que el Sol gira en cosas podían cambiar. Esta teoría permaneció vigente en Europa por mucho tiempo.
mutable y la Tierra (donde viven los seres humanos), imperfecta, en la cual todas las
torno a la Tierra y que esta se
Durante muchos siglos se analizaron los cielos para predecir la posición de los astros;
encuentra en reposo?
sin embargo, fue Ptolomeo quien recogió y desarrolló un modelo, de gran exactitud
y muy complejo, iniciado por Aristóteles, y denominado modelo geocéntrico. Este
modelo consistía, como lo muestra la siguiente figura, en:
n La Tierra en el centro y ocho esferas rodeándola. En ellas estarían la Luna, el Sol,
las estrellas y los cinco planetas conocidos en aquel tiempo: Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter y Saturno.
n Los planetas se movían en círculos más internos engarzados a sus respectivas esfe-
ras (epiciclos). La esfera más externa era la de las estrellas fijas, las cuales siempre
permanecían en las mismas posiciones relativas, las unas con respecto a las otras,
girando juntas a través del cielo.
Este modelo no describía con claridad qué había detrás de la última esfera, pero desde
luego, no era parte del universo observable por el ser humano.
La teoría de Ptolomeo encajó bien con una interpretación rígida y literal de la Biblia:
la Tierra debía ser perfecta, en reposo y situada en el centro mismo del universo. Por
ello, el modelo geocéntrico se mantuvo en vigor a lo largo de toda la Edad Media,
como un dogma más de la Iglesia oficial. Pero este modelo de Ptolomeo presentó
algunas dificultades:
n La explicación del movimiento de la Luna, sobre todo con el tamaño aparente que
debería presentar en las cuadraturas: Ptolomeo debía suponer que la Luna seguía
un camino que la situaba en algunos instantes dos veces más cerca de la Tierra que
en otras, por lo que habría ocasiones en que la Luna debería aparecer con tamaño
doble del que realmente tiene.
n Aceptaba la suposición arbitraria de que los centros de los epiciclos de Venus y
Mercurio estaban permanentemente fijos en una línea trazada desde la Tierra al
Sol; o sea, los deferentes de ambos planetas, al igual que el Sol, se movían una vez
cada año alrededor de la Tierra.
n Las predicciones de las posiciones planetarias se apoyaban en medidas de ángulos,
no de distancias.
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