Page 667 - Física Tippens: Conceptos y Aplicaciones, Séptima Edición Revisada
P. 667

648        Capítulo 33   Luz e iluminación

                             ' |
         Ejemplo  33.1         La longitud  de  onda de  la luz  amarilla de una llama de  sodio  es  de  589  nm.  Calcule  su
                               frecuencia.
                               Solución:  La frecuencia se calcula a partir de la ecuación (33.1).

                                                              c  _   3  X  108 m/s
                                                              A  _   589  X   10"9 m
                                                            =  5.09  X  1014 Hz



                                   Newton fue el primero en estudiar detalladamente la región  visible dispersando la “luz
                               blanca” a través de un prisma. En orden de longitudes de onda crecientes, los colores del es­
                               pectro son: violeta (450 nm), azul (480 nm), verde (520 nm), amarillo (580 nm), anaranjado
                               (600 nm) y rojo (640 nm). Quien haya visto un arco iris se ha dado cuenta de los efectos que
                               tienen diferentes longitudes de onda de la luz sobre el ojo humano.
                                   El  espectro  electromagnético  es  continuo;  no  hay  separaciones  entre  una forma  de  ra­
                               diación y otra. Los límites establecidos son arbitrarios y dependen de nuestra capacidad para
                               percibir directamente una pequeña porción y para descubrir y medir las porciones que quedan
                               fuera de la región visible.
                                   El  primer descubrimiento de  radiación con longitudes de onda mayores  que las corres­
                               pondientes a la luz roja fue hecho por William Herschel en  1800. Estas ondas actualmente se
                               conocen como radiación térmica y se les llama ondas infrarrojas.
                                   Poco después del descubrimiento de las ondas infrarrojas, se observó también la radiación de
                               longitudes de onda más cortas que la luz visible. Estas ondas, ahora conocidas como ondas ultra­
                               violeta, se descubrieron por su relación con el efecto que tienen sobre ciertas reacciones químicas.
                                  La extensión de la región infrarroja con mayores longitudes de onda no se conoció en la ma­
                               yor parte del siglo k e. Por fortuna, la teoría electromagnética de Maxwell abrió la puerta al des­
                               cubrimiento de muchas otras clasificaciones de radiación. El espectro de las ondas electromagné­
                               ticas en la actualidad se ha dividido por conveniencia en ocho regiones principales, que aparecen
                               en la figura 33.7: (1) ondas largas de radio, (2) ondas cortas de radio, (3) la región infrarroja, (4) la
                               región visible, (5) la región ultravioleta, (6) rayos X, (7) rayos gamma y (8) fotones cósmicos.



                               La teoría  cuántica

                               Los trabajos de Maxwell y de Hertz respecto al establecimiento de la naturaleza electromag­
                               nética de las ondas de luz fueron en realidad uno de los hechos más trascendentes en la histo­
                               ria de la ciencia. No sólo explicaron la naturaleza de la luz, sino que dieron paso a una enorme
                               variedad de ondas electromagnéticas. Resultó sorprendente que tan sólo dos años después de
                               que Hertz verificara las ecuaciones de onda de Maxwell, la teoría ondulatoria de la luz haya
                               tenido que enfrentar un nuevo reto.  En  1887, Hertz  observó que una chispa eléctrica podía
                               saltar más fácilmente entre dos esferas  cargadas  cuando  sus  superficies estaban iluminadas
                               por la luz que provenía de otra chispa.  Este fenómeno,  conocido como efecto fotoeléctrico,
                               se demostró mediante el aparato que se muestra en la figura 33.8. Un haz de luz incide sobre
                               la superficie metálica A en un tubo al vacío. Los electrones emitidos por la luz son enviados
                               al  colector B por medio  de  baterías  externas.  El  flujo  de  electrones  se  detecta mediante un
                               dispositivo llamado amperímetro. El efecto fotoeléctrico es un desafío para la explicación en
                               términos de la teoría ondulatoria. En realidad, la emisión de electrones puede explicarse más
                               fácilmente a través de la antigua teoría corpuscular.  Sin embargo, tampoco quedaban dudas
                               acerca de las propiedades ondulatorias. La ciencia se enfrentó a una paradoja sorprendente.
                                  El efecto fotoeléctrico, junto con otros experimentos que incluían la emisión y absorción
                               de energía radiante, no podía explicarse únicamente mediante la teoría de las ondas electromag­
                               néticas de Maxwell. En un esfuerzo por lograr observaciones experimentales que apoyaran la
                               teoría, Max Planck, un físico alemán, publicó  su hipótesis cuántica en  1901. El encontró que
                               los problemas con la teoría de la radiación se basaban en la suposición de que la energía radiaba
                               en forma continua. Se postuló que la energía electromagnética se absorbía o emitía en paquetes
   662   663   664   665   666   667   668   669   670   671   672